Plaza de San Pedro
Queridos hermanos y hermanas:
Retomo de nuevo hoy la imagen de la Iglesia como madre a
partir de lo que hace una mamá por sus hijos. En primer lugar, ella con ternura,
afecto y amor les enseña a caminar por el sendero de la vida y sabe orientarlos
cuando se desvían del camino.
De igual forma, la Iglesia enseña la senda de la
vida a través de los mandamientos, que son una invitación a no hacer ídolos
materiales, a recordar a Dios, a tener respeto por los padres, a ser honestos,
a estar cerca del prójimo… En segundo lugar, una mamá, a pesar de que sus hijos se hacen adultos,
los acompaña en el camino, y aunque éstos se equivoquen, los comprende, los
protege y los ayuda. Así es la Iglesia, una madre misericordiosa, que busca
ayudar y nunca cierra las puertas de su casa, sino que ofrece siempre su amor e
invita a retomar el camino a quien lo ha perdido. Por último, una mamá reza y
confía sus hijos a Dios, en particular a los más débiles o necesitados. Lo mismo hace la Iglesia poniendo en las
manos del Señor todas las situaciones de sus hijos; los confía a la fuerza de
la oración, en la que Dios no permanece indiferente. Él sabe siempre
sorprendernos. La Madre Iglesia es consciente de ello.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a
los grupos provenientes de España, Colombia, Venezuela, Argentina, México y los
demás países latinoamericanos. Invito a todos a ver la Iglesia como la mamá que
indica el camino, que es paciente, misericordiosa, comprensiva y sabe poner a
todos en las manos de Dios. Muchas gracias.
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