lunes, 29 de abril de 2013

SANTA CATALINA DE SIENA


VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA

 Santa Catalina nació en 1347, penúltima de los veinticinco hijos del tintorero Jácobo Benincasa y de Lapa Piangenti. Por inspiración divina  a los siete años ofreció a Dios su virginidad y ya en 1363, superabas las graves dificultades de la oposición de su familia, inicia la vida entre las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo dedicada con gran austeridad a la oración, penitencia y ayunos. Dada  a la contemplación de la “dulce primera Verdad” busco “conocer la presencia de Dios en ella y de ella en Dios.” Vive en su propia casa una vida  llena de sacrificio hasta el año 1370 cuando, a los veintitrés años, en una visión de su Esposo celestial, recibe la misión de dedicarse a una vida de apostolado.

Desde ahora, reforzada maravillosamente por las gracias  del Espíritu Santo, a las que ella responde con extrema docilidad, conseguirá unir una enorme actividad apostólica con una altísima contemplación de las verdades divinas dentro de la “celda del corazón.” 

Con sus hermosas cartas y con el ardor de su misma palabra  induce al papa Gregorio XI a abandonar Aviñón en 1376. Simultáneamente hace una inmensa obra de pacificación entre las ciudades toscanas y se preocupa de la cruzada de liberación de Tierra Santa.
Se dedicó con total eficacia a llevar el bien de la virtud y de la paz a hombres y mujeres de todas las clases sociales.

Inflamada del amor a Cristo crucificado buscó conformarse en todo con él y el 1º de Abril de 1375 recibe los estigmas de la pasión, aunque su aspecto es de luz, no de sangre. Su misión fue también eficacísima en la reforma de la Iglesia dividida por el cisma y en la misma reforma de la Orden de Predicadores, apoyando la obra del beato Raimundo de Capua.

Su doctrina, en torno a la cual reúne una gran familia de discípulos, no fue adquirida y como se afirma en la bula de su canonización, “siempre apareció más como maestra que como discípula.” Ha dado preclaros testimonios de enseñanza espiritual y teológica, especialmente en su Diálogo, como en sus Cartas y Oraciones. La familia dominicana la considera como su madre. Murió en Roma el 29 de abril de 1380 y fue sepultada en la basílica dominicana de Santa María sopra Minerva.

Pio II la canonizó el 29 de Junio de 1461 y Pablo VI la declaró, junto con santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia en 1970.

Aquí tenéis una mujer que, para cambiar las cosas, no emplea la violencia sino que ora intensamente y se enfrenta al diálogo denunciando todo lo que no es propio de cristianos y consagrados. 

¿Puedes intentar  desarrollar estas artes de persuasión cuando ves que no se vive éticamente ni se razona evangélicamente?

¿Te atreves a tocar el cielo con una fe y un amor loco y apasionado como el de Santa Catalina de Siena, que con su piedad hasta el Señor la obedece? ¿Te atreves a escuchar a Dios, dándole respuesta de seducción en el mundo que Él ha creado, anunciando con tu vida y testimonio la Verdad del Amor Único y Poderoso?
Si es así, volarías por espacios fascinante de caridad, de justicia, entregando tu vida a un amor que lo llena todo y todo lo abarca.

¡VIVE INTENSAMENTE CON FE UNA APASIONANTE LA AVENTURA DE AMOR CON TU DIOS!


DOMINICAS CONTEMPLATIVAS
Cantón de Santa María (esquina Pintorería)
(la iglesia está en la Pintorería 96, la puerta de entrada al convento en el Cantón, el patio-huerta en San Vicente de Paúl)
Tlf: 945-257026 / Fax: 945-253403
CP: 01001, VITORIA-GASTEIZ (ÁLAVA)

sábado, 27 de abril de 2013

Beata Margarita Ebner


Nació alrededor del año 1291 en el seno de una de las principales familias de la ciudad de Donauworth, Baviera, al sur de Alemania y fue educada en la casa paterna en las virtudes y en las letras.

De naturaleza tierna y apacible, y enferma durante casi toda su existencia, vivió una vida en tensión entre enfermedad y mística.
Se distinguió por una maravillosa intimidad de vida en Dios y un encantador intercambio de relaciones con Jesús Niño.
Desde pequeña desarrolló una pronunciada inclinación a la piedad.

En el año 1306, a la edad de 15 años, obtuvo de sus padres, no sin cierta pena, el favor de entrar como novicia de las monjas de la Orden de Predicadores, en el floreciente Monasterio de Medingen (Mödingen moderno, cerca de Dillingen un der Donau en Baviera) de la diócesis de Ausburgo, dedicado a la Asunción de la Virgen Madre de Dios. Una tía la suya estaba ya allí, y otras parientes la siguieron. Algunas pudieron sobrellevar las austeridades propias de la vida religiosa contemplativa, a Margarita le costó la vida monástica probablemente por su precaria salud.

Por mérito suyo Medingen se convertirá en uno de los centros de la espiritualidad dominicana.
En 1311 (tenía 20 años), después de 5 años de una vida muy inocente en el claustro, la gracia la solicitó a seguir una vida más perfecta todavía. Llamada a mayor conversión, para cumplir en todo la divina voluntad, emprendió, a ejemplo de su Padre Santo Domingo, una vida de mayor perfección, según ella misma afirma: “salvadora para sí misma, ejemplar para los hombres, agradable a los ángeles y grata a Dios”
Dios se sirvió para esto de tres grandes dolores que alcanzaron sucesivamente las diferentes partes de su cuerpo: sus ojos, su lengua, su corazón, sin que ningún remedio humano pudiera aliviarla.

Gravemente enferma y por ello la mayor parte del tiempo confinada en su lecho era consolada por Dios y llamada a cumplir en todo su divina voluntad
Incapacitada por la enfermedad para realizar grandes penitencias exteriores, Margarita se mortificó en el alimento, en el porte, en el sueño, dándose a una vida de plegaria y oración inspirada en los ciclos del año litúrgico y caracterizada por la meditación de los misterios de la vida del Señor. Se destacó por el silencio y la paciencia con que soportó sus constantes enfermedades.

Su cuerpo se venera en la iglesia de su convento, que hoy habitan las franciscanas en Médingen.

Su culto inmemorial fue confirmado y ratificado por Juan Pablo II el 24 de febrero de 1979.

De los 483 santos y 1345 beatos que durante el pontificado de Juan Pablo II fueron llevados a los altares, la primera fue la beata monja dominica Margarita Ebner con el decreto Confirmatio cultus, a los cuatro meses de ser elegido pontífice.

La imágenes en honor de Margarita Ebner la representan con aureola, presionando sobre su pecho un gran crucifijo y el Niño Jesús cerca de ella de pie sobre una mesa.