viernes, 25 de diciembre de 2015

Bendición del Papa francisco," Urbi et Orbi"


Bendición Urbi et Orbi
Queridos hermanos y hermanas, feliz Navidad.

Cristo nos ha nacido, exultemos en el día de nuestra salvación.
Abramos nuestros corazones para recibir la gracia de este día, que es Él mismo: Jesús es el «día» luminoso que surgió en el horizonte de la humanidad. El día de la misericordia, en el cual Dios Padre ha revelado a la humanidad su inmensa ternura. Día de luz que disipa las tinieblas del miedo y de la angustia. Día de paz, en el que es posible encontrarse, dialogar, reconciliarse. Día de alegría: una «gran alegría» para los pequeños y los humildes, para todo el pueblo (cf. Lc 2,10).

En este día, ha nacido de la Virgen María Jesús, el Salvador. El pesebre nos muestra la «señal» que Dios nos ha dado: «un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). Como los pastores de Belén, también nosotros vamos a ver esta señal, este acontecimiento que cada año se renueva en la Iglesia. La Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo. Como María, la Iglesia muestra a todos la «señal» de Dios: el niño que ella ha llevado en su seno y ha dado a luz, pero que es el Hijo del Altísimo, porque «proviene del Espíritu Santo» (Mt 1,20). Por eso es el Salvador, porque es el Cordero de Dios que toma sobre sí el pecado del mundo (cf. Jn 1,29). Junto a los pastores, postrémonos ante el Cordero, adoremos la Bondad de Dios hecha carne, y dejemos que las lágrimas del arrepentimiento llenen nuestros ojos y laven nuestro corazón.

Sólo él, sólo él nos puede salvar. Sólo la misericordia de Dios puede liberar a la humanidad de tantas formas de mal, a veces monstruosas, que el egoísmo genera en ella. La gracia de Dios puede convertir los corazones y abrir nuevas perspectivas para realidades humanamente insuperables.

Donde nace Dios, nace la esperanza. Donde nace Dios, nace la paz. Y donde nace la paz, no hay lugar para el odio ni para la guerra. Sin embargo, precisamente allí donde el Hijo de Dios vino al mundo, continúan las tensiones y las violencias y la paz queda como un don que se debe pedir y construir. Que los israelíes y palestinos puedan retomar el diálogo directo y alcanzar un entendimiento que permita a los dos pueblos convivir en armonía, superando un conflicto que les enfrenta desde hace tanto tiempo, con graves consecuencias para toda la región.

Pidamos al Señor que el acuerdo alcanzado en el seno de las Naciones Unidas logre cuanto antes acallar el fragor de las armas en Siria y remediar la gravísima situación humanitaria de la población extenuada. Es igualmente urgente que el acuerdo sobre Libia encuentre el apoyo de todos, para que se superen las graves divisiones y violencias que afligen el país. Que toda la Comunidad internacional ponga su atención de manera unánime en que cesen las atrocidades que, tanto en estos países como también en Irak, Yemen y en el África subsahariana, causan todavía numerosas víctimas, provocan enormes sufrimientos y no respetan ni siquiera el patrimonio histórico y cultural de pueblos enteros. Quiero recordar también a cuantos han sido golpeados por los atroces actos terroristas, particularmente en las recientes masacres sucedidas en los cielos de Egipto, en Beirut, París, Bamako y Túnez.

Que el Niño Jesús les dé consuelo y fuerza a nuestros hermanos, perseguidos por causa de su fe en distintas partes del mundo.

Pidamos Paz y concordia para las queridas poblaciones de la República Democrática del Congo, de Burundi y del Sudán del Sur para que, mediante el diálogo, se refuerce el compromiso

común en vista de la edificación de sociedades civiles animadas por un sincero espíritu de reconciliación y de comprensión recíproca.
Que la Navidad lleve la verdadera paz también a Ucrania, ofrezca alivio a quienes padecen las consecuencias del conflicto e inspire la voluntad de llevar a término los acuerdos tomados, para restablecer la concordia en todo el país.
Que la alegría de este día ilumine los esfuerzos del pueblo colombiano para que, animado por la esperanza, continúe buscando con tesón la anhelada paz.
Donde nace Dios, nace la esperanza¸ y donde nace la esperanza, las personas encuentran la dignidad. Sin embargo, todavía hoy muchos hombres y mujeres son privados de su dignidad humana y, como el Niño Jesús, sufren el frío, la pobreza y el rechazo de los hombres. Que hoy llegue nuestra cercanía a los más indefensos, sobre todo a los niños soldado, a las mujeres que padecen violencia, a las víctimas de la trata de personas y del narcotráfico.
Que no falte nuestro consuelo a cuantos huyen de la miseria y de la guerra, viajando en condiciones muchas veces inhumanas y con serio peligro de su vida. Que sean recompensados con abundantes bendiciones todos aquellos, personas privadas o Estados, que trabajan con generosidad para socorrer y acoger a los numerosos emigrantes y refugiados, ayudándoles a construir un futuro digno para ellos y para sus seres queridos, y a integrarse dentro de las sociedades que los reciben.
Que en este día de fiesta, el Señor vuelva a dar esperanza a cuantos no tienen trabajo y sostenga el compromiso de quienes tienen responsabilidad públicas en el campo político y económico para que se empeñen en buscar el bien común y tutelar la dignidad toda vida humana.
Donde nace Dios, florece la misericordia. Este es el don más precioso que Dios nos da, particularmente en este año jubilar, en el que estamos llamados a descubrir la ternura que nuestro Padre celestial tiene con cada uno de nosotros. Que el Señor conceda, especialmente a los presos, la experiencia de su amor misericordioso que sana las heridas y vence el mal.
Y de este modo, hoy todos juntos exultemos en el día de nuestra salvación. Contemplando el portal de Belén, fijemos la mirada en los brazos de Jesús que nos muestran el abrazo misericordioso de Dios, mientras escuchamos el gemido del Niño que nos susurra: «Por mis hermanos y compañeros voy a decir: "La paz contigo"» (Sal 121 [122], 8).

domingo, 20 de diciembre de 2015

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El Evangelio de este Domingo de Adviento pone de relieve la figura de María. Lo vemos cuando, poco después de la concepción en la fe del Hijo de Dios, frente al largo viaje desde Nazaret de Galilea a las montañas de Judea para visitar a Isabel y ayuda. El ángel Gabriel le había dicho que su pariente anciano, que no tenía hijos, estaba en su sexto mes de embarazo (cf. Lc 1,26.36).Para ello la Virgen, que lleva un don y un misterio aún mayor, va a ver a Elizabeth y sus restos tres meses. En el encuentro entre las dos mujeres - imaginar: un viejo y el otro joven, que es joven, María, que primero saluda. 

El Evangelio dice: "entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel" (Lc 1,40). Y, después del saludo, Isabel se siente envuelto por una gran sorpresa - no se olvide de esta palabra: increíble. El asombro. Elizabeth se siente envuelto en gran asombro que resuena en sus palabras: "¿Qué tengo de que la madre de mi Señor venga a mí" (v 43).. Y se abrazan, besan, alegre, estas dos mujeres: los ancianos y los jóvenes, tanto en el embarazo.

Para celebrar la Navidad de una manera rentable, estamos llamados a vivir en los "lugares" de maravilla. ¿Y cuáles son esos lugares de maravilla en la vida cotidiana? Tres. La primera es la otra, en la que reconoce un hermano, porque cuando ocurrió el nacimiento de Jesús, todas las puertas rostro en relieve con la imagen del Hijo de Dios. Sobre todo cuando se trata de la cara de los pobres, porque Dios pobre entró en el y el mundo de los pobres, en primer lugar, que se deja a acercarse.

Otro lugar de maravilla - el segundo - en la que, si miramos con la fe, sólo preguntamos es historia. Así que muchas veces pensamos que vemos de la manera correcta, y en su lugar se arriesgan a leerlo al revés. Sucede, por ejemplo, cuando parece determinado por la economía de mercado, regulado por las finanzas y los negocios, dominado por los poderes fácticos. El Dios de la Navidad es más bien un Dios que "líos tarjetas": A él le gusta! Como María canta en el Magnificat, es el Señor echó a los poderosos de sus tronos y levantó a los humildes, a los hambrientos llenó de cosas buenas y envía los ricos sin nada (cf. Lc 1,52-53). Esta es la segunda sorpresa, la maravilla de la historia.

Un tercio de la sorpresa es la Iglesia: mirarlo con la maravilla de la fe significa no sólo teniendo en cuenta sólo como una institución religiosa, es decir; pero siento como una madre que, a pesar de manchas y arrugas - tenemos tantos! - Revela las características de la amada novia y purificados por Cristo Nuestro Señor. Una Iglesia que reconoce los muchos signos de amor fiel que Dios les envía continuamente. Una Iglesia para que el Señor Jesús nunca será una posesión para guardar celosamente: los que hacen esto, ellos están equivocados; pero siempre el que viene a cumplir con la confianza y la alegría, expresando la esperanza del mundo. La Iglesia llama al Señor: "Ven, Señor Jesús!". La Iglesia madre que siempre tiene sus puertas abiertas y los brazos abiertos para dar la bienvenida a todos. De hecho, la madre Iglesia que sale de sus puertas para tratar de sonreír madre todo por la borda y llevarlos a la misericordia de Dios. Esta es la maravilla de la Navidad!

En Navidad, Dios nos da todo de sí mismo al dar su Hijo unigénito, es toda su alegría. Y sólo con el corazón de María, la hija humilde y pobre de Sión, se convirtió en la Madre del Hijo del Altísimo, puede Estad alegres y contentos por el gran don de Dios y por su impredecible sorpresa. Que ella nos ayude a percibir la maravilla - estas tres maravillas del otro, la historia y la Iglesia - para el nacimiento de Jesús, el don de los dones, el don inmerecido que nos trae la salvación. El encuentro con Jesús también nos puso en esta gran maravilla. Pero no podemos tener esta increíble, no podemos encontrar a Jesús si no nos encontramos en el otro, en la historia y en la Iglesia.

Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
También hoy estoy feliz de convertir un pensamiento amada Siria, expresando su profundo agradecimiento por el acuerdo alcanzado simplemente por la comunidad internacional. Animo a todos a continuar con impulso generoso hasta el cese de la violencia y una solución negociada que conduce a la paz. Creo que también a la vecina Libia, donde el reciente compromiso entre las partes para un gobierno de unidad nacional exige esperanza para el futuro.

Me gustaría también apoyar los esfuerzos de colaboración que se llaman la Costa Rica y Nicaragua. Espero que un renovado espíritu de fraternidad fortalecerá aún más el diálogo y la cooperación mutua, así como entre todos los países de la Región. Mis pensamientos en este momento a la querida población de la India, recientemente afectadas por las graves inundaciones.Oramos por estos hermanos y hermanas que sufren a causa de este desastre, y nos encomendamos el alma de los difuntos a la misericordia de Dios. Te pedimos por todos estos hermanos de la India Ave María la Virgen.

martes, 8 de diciembre de 2015

ÁNGELUS DEL PAPA FRANCISCO

 Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
La fiesta de hoy de la Inmaculada nos hace contemplar a la Virgen, que, por individual privilegio, ha sido preservada del pecado original desde su concepción. Aunque vivía en el mundo marcado por el pecado, no fue tocada: es nuestra hermana en el sufrimiento, pero no en el mal y ni en el pecado. Más bien, el mal en ella ha sido batido antes aún de tocarla, porque Dios la ha llenado de gracia (cfr Lc 1,28).

 La Inmaculada Concepción significa que María es la primera salvada de la infinita misericordia del Padre, tal primicia de la salvación que Dios quiere donar a cada hombre y mujer, en Cristo. Por esto la Inmaculada se ha convertido en icono sublime de la misericordia divina que ha vencido el pecado. Y nosotros, hoy, al inicio del Jubileo de la Misericordia, queremos mirar a este icono con amor confiado y contemplarla en todo su esplendor, imitándola en la fe.

  En la concepción inmaculada de María estamos invitados a reconocer la aurora del mundo nuevo, transformado por la obra salvadora del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La aurora de la nueva creación actuada por la divina misericordia. Por esto la Virgen María, nunca contagiada por el pecado está siempre llena de Dios, es madre de una humanidad nueva.

  Celebrar esta fiesta implica dos cosas: acoger plenamente Dios y su gracia misericordiosa en nuestra vida; transformarse a su vez en artífices de misericordia a través de un auténtico camino evangélico. La fiesta de la Inmaculada se transforma en la fiesta de todos nosotros si, con nuestros “si” cotidianos, conseguimos vencer nuestro egoísmo y hacer más feliz la vida de nuestros hermanos, a donarles esperanza, secando aquellas lágrimas y donando un  poco de alegría. A imitación de María, estamos llamados a transformarnos en portadores de Cristo y testigos de su amor, mirando en primer lugar a aquellos que son privilegiados a los ojos de Jesús: «porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver». (Mt 25, 35-36).

  La fiesta de hoy de la Inmaculada Concepción tiene un específico mensaje para comunicarnos: nos recuerda que nuestra vida es un don, todo es misericordia. La Virgen  Santa, primicia de los salvador, modelo de la Iglesia, esposa santa e inmaculada, amada por el Señor, nos ayude a redescubrir siempre más la misericordia divina como distintivo del cristianos. Esa es la palabra-síntesis del Evangelio. Es el tramo fundamental del rostro de Cristo: aquel rostro que nosotros reconocemos en los diversos aspectos de su existencia: cuando va al encuentro de todos, cuando sana a los enfermos, cuando se sienta en la mesa con los pecadores, y sobre todo cuando, clavado sobre la cruz, perdona; allí nosotros vemos el rostro de la misericordia divina.

 Por intercesión de María Inmaculada, la misericordia tome posesión de nuestros corazones y transforme toda nuestra vida.

Después del Ángelus
 Queridos hermanos y hermanas,
los saludo a todos con afecto, especialmente a las familias, a los grupos parroquiales y a las asociaciones. Dedico un pensamiento especial a los socios de la Acción Católica Italiana que hoy renuevan la adhesión a la Asociación: les deseo un buen camino de formación y de servicio, siempre animado por la oración. 

Esta tarde iré a Plaza de España, para rezar a los pies del monumento a la Inmaculada. Les pido que se unan espiritualmente a mí en esta peregrinación, que es un acto de devoción filial a María, Madre de Misericordia. A Ella confiaré la Iglesia y la humanidad entera y en modo particular a la ciudad de Roma. 

A todos les deseo una buena fiesta y un Año Santo rico de frutos, con la guía y la intercesión de nuestra Madre. ¡Por favor, pidan esto al Señor también por mí! ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

miércoles, 2 de diciembre de 2015

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

"Queridos hermanos y hermanas: Hoy quiero hablarles de mi visita apostólica a Kenia, Uganda y la República Centroafricana, donde he tenido la alegría de llevar la palabra de esperanza de Jesús resucitado.

En Kenia, un País que representa bien el reto global de nuestra época, los animé a cuidar sus riqueza naturales y espirituales, constituidas por los recursos de la tierra, de las nuevas generaciones y de los valores que forman la sabiduría de los pueblos, para que sea justo, inclusivo y sostenible.

En Uganda, bajo la memoria de sus mártires, he constatado el testimonio de esperanza y el servicio en la caridad de tantos discípulos-misioneros que, no obstante las dificultades buscan vivir según el Evangelio.

En la República Centroafricana, corazón geográfico del continente, he querido abrir en la catedral de Bangui la primera Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia, en donde hemos experimentado que el Señor esta con nosotros en la barca, es él quien la guía y a él hemos renovado el compromiso de seguirle. Él es nuestra esperanza, nuestra paz, rostro de la divina Misericordia.

Agradezco, una vez más, a las Autoridades civiles y a los Obispos de estas naciones su acogida, y doy las gracias a todos los que de diversos modos han colaborado.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España y Latinoamérica. Invito a todos a dar gracias al Señor por este primer Viaje Apostólico a África, y a pedirle que de abundantes frutos y muchos misioneros. Muchas gracias".