Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Comenzamos hoy, Primer Domingo de Adviento, un nuevo año
litúrgico, es decir un nuevo camino del Pueblo de Dios con Jesucristo, nuestro
Pastor, que nos guía en la historia hacia el cumplimiento del Reino de Dios.
Por esto este día tiene un atractivo especial, nos hace experimentar un
sentimiento profundo del sentido de la historia. Redescubrimos la belleza de
estar todos en camino: la Iglesia, con su vocación y misión, y la humanidad
entera está en camino, los pueblos, las civilizaciones, las culturas, todos en
camino a través de los senderos del tiempo.
Pero ¿en camino hacia dónde? ¿Hay una meta común? ¿Y cuál es
esta meta? El Señor nos responde a través del profeta Isaías. Y dice así:
“Sucederá en días futuros que el templo del Señor será asentado en la cima de
los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las
naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: ‘Vengan, subamos al monte del
Señor, al templo del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y
nosotros sigamos sus senderos’”. (2, 2-3).
Esto es lo que dice Isaías sobre la meta hacia la que vamos.
Es una peregrinación universal hacia una meta común, que en el Antiguo
Testamento es Jerusalén, donde surge el templo del Señor, porque desde allí, de
Jerusalén, ha venido la revelación del rostro de Dios y de su ley. La
revelación ha encontrado en Jesucristo su cumplimiento, es el “templo del
Señor”, Jesucristo. Él mismo se ha vuelto el templo, el Verbo hecho carne: es
Él la guía y al mismo tiempo la meta de nuestra peregrinación, de la
peregrinación de todo el Pueblo de Dios; y a su luz también los demás pueblos
pueden caminar hacia el Reino de la justicia y hacia el Reino de la paz. Dice
además el profeta: “Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas
podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en
la guerra” (2, 4).
Me permito de repetir esto que dice el profeta, escuchen
bien: “Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No
levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra”.
¿Pero cuándo sucederá esto? Qué hermoso día será ese en el que las armas sean
desarmadas, para ser transformadas en instrumentos de trabajo. ¡Qué hermoso día
será éste! Y esto es posible. Apostemos a la esperanza. La esperanza de una
paz. Y será posible.
Este camino no ha concluido. Como en la vida de cada uno de
nosotros siempre hay necesidad de volver a partir, de volver a levantarse, de
volver a encontrar el sentido de la meta de la propia existencia, de la misma
manera para la gran familia humana es necesario renovar siempre el horizonte
común hacia el cual estamos encaminados. ¡El horizonte de la esperanza! Ese es
el horizonte para hacer un buen camino. El tiempo de Adviento, que hoy de nuevo
comenzamos, nos devuelve el horizonte de la esperanza, una esperanza que no
decepciona porque está fundada en la Palabra de Dios. ¡Una esperanza que no
decepciona sencillamente porque el Señor no decepciona jamás! Él es fiel, Él no
decepciona. ¡Pensemos y sintamos esta belleza!
El modelo de esta actitud espiritual, de este modo de ser y
de caminar en la vida, es la Virgen María. ¡Una sencilla muchacha de pueblo,
que lleva en su corazón toda la esperanza de Dios! En su seno, la esperanza de
Dios ha tomado carne, se ha hecho hombre, se ha hecho historia: Jesucristo. Su
Magníficat es el cántico del Pueblo de Dios en camino, y de todos los hombres y
las mujeres que esperan en Dios, en el poder de su misericordia. Dejémonos
guiar por Ella, que es Madre, es mamá, y sabe cómo guiarnos. Dejémonos guiar
por Ella en este tiempo de espera y de vigilancia activa.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy es la Jornada Mundial de lucha contra el HIV/SIDA.
Expresemos nuestra cercanía a las personas que padecen, en especial a los
niños. Una cercanía que es muy concreta por el compromiso silencioso de tantos
misioneros y agentes. Recemos por todos, también por los médicos e
investigadores. Que cada enfermo, sin exclusión alguna, pueda acceder a los cuidados
que necesita.
Saludo con afecto a todos los peregrinos presentes. A las
familias, las parroquias y las asociaciones. En particular, saludo a los fieles
provenientes de Madrid, al Coro “Florilège” de Bélgica, al grupo “Familias
Unidas” de Solofra y a la Asociación artística obrera de Roma.
Saluto i fedeli di Bari, Sant’Elpidio a Mare, Pollenza e
Grumo Nevano.
A todos os deseo un buen inicio del Adviento.
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